Una de las grandes expectativas de las últimas elecciones locales y regionales fue la posibilidad de una segunda vuelta para Bogotá, aprobada por el Congreso en el 2019. Empero, la utilización de este nuevo mecanismo –tendiente a fortalecer la gobernabilidad y la generación de consensos en una megápolis enorme, compleja y variada– tendrá que esperar, como mínimo, cuatro años más. Según los datos de la Registraduría, Carlos Fernando Galán arrasó en la ciudad con cerca de 1.5 millones de votos, que representaron casi la mitad de los votos válidos y le permitieron evitar la segunda vuelta holgadamente.
El extraordinario desempeño de Galán se explica, principalmente, por haber sido competitivo a lo largo y ancho de la ciudad. A pesar de contar con una clara fortaleza electoral –en términos porcentuales– en el norte de Chapinero y de Suba, así como el sur de Usaquén, el candidato del Nuevo Liberalismo supo ganar en 937 de los 948 puestos de votación, de modo que en promedio obtuvo el 47% de los votos entre todos los puestos[1].
El mismo patrón se encuentra al considerar la repartición de voto normalizada por cada estrato individualmente[2]. Galán ganó en más del 95% de los puestos de votación para cada uno de los 6 estratos socioeconómicos. Para el caso de los estratos 5 y 6, supo ganar en el 100% de tales puestos, lo cual es congruente con el patrón espacial descrito anteriormente.
Por otro lado, la pelea por el segundo lugar –una curul en el Concejo Distrital– estuvo tan reñida como las encuestas permitían anticipar. La diferencia entre el segundo y el tercer lugar estuvo en torno a los 40 mil votos, un par de puntos porcentuales, con dos candidatos que en definitiva fueron mucho menos competitivos que Galán a lo largo de la capital.
En el caso de Bolívar, la decepción fue grande para el candidato del Pacto, quien aspiraba a tener un mejor resultado en una ciudad que ha sido bastión de la izquierda. Su patrón de voto en términos espaciales refleja que sólo ganó en 7 puestos de votación, a saber: uno ubicado al sur de Teusaquillo, dos en San Cristóbal, uno en Rafael Uribe Uribe, otro en Ciudad Bolívar y dos en Sumapaz.
A diferencia de Galán, aunque en mucha menor escala, Bolívar tiene unas pequeñas fortalezas en el sur y en la zona rural de Sumapaz. A nivel de estrato, fue más competitivo en puestos de votación de estrato 1, aunque ganó sólo en el 3% de los puestos en dicho estrato. La geografía de su voto refleja también un patrón inverso al del actual alcalde, en la medida en que sus zonas de peor rendimiento coinciden con los bastiones del primero.
Por su parte, Juan Daniel Oviedo tuvo su mejor rendimiento en puestos de votación de estrato 4, aunque únicamente resultó vencedor en el 1%, y ganó en dos puestos de votación del centro-oriente de la ciudad, en Teusaquillo y Santa Fe. En todo caso, contó con un patrón espacial de voto relativamente comparable con el Galán, pues el porcentaje más alto de sus votos se presentaron hacia el eje norte de la ciudad.
De este modo, es posible hablar de dos grandes patrones geográficos. El primero, hacia el norte en donde fueron especialmente fuertes el exdirector del DANE y el actual alcalde. Desde la otra orilla política, Bolívar fue mucho más competitivo en el sur de la ciudad, donde obtuvo un resultado relativamente comparable con Galán y superior a Oviedo. Ello da cuenta de la forma en que la izquierda es más competitiva en el sur de la ciudad, mientras que los candidatos más cercanos al establecimiento tienen mejor recepción en el norte. Todo en un panorama, y atenuado, por el hecho de que Galán se impuso en prácticamente todos los puestos de votación y fue mayoritario en todos los estratos. Finalmente, es perentorio apuntar que tanto Bolívar como Oviedo obtuvieron, en promedio, cerca del 20% de los votos. No obstante, Bolívar tuvo una desviación estándar mucho mayor a la de Oviedo, lo que da cuenta de un patrón de voto más homogéneo para el segundo[3].
[1] Con una desviación estándar de 7%.
[2] Datos para una muestra de 796 sobre 948 puestos de votación, excluyendo aquellos que no tienen estrato o que no registran ninguno.
[3] La desviación estándar de Bolívar estuvo en torno al 7%, mientras que la de Oviedo sobre el 5%.