¿Sirvieron las anulaciones de inscripciones en las elecciones locales?

Las elecciones locales son por lo general más concurridas que las elecciones nacionales, esto quiere decir que más votantes asisten para elegir alcaldes, gobernadores y concejales que para elegir presidente y senadores. Por encima de las discusiones sobre el carácter localista y parroquial de las elecciones en Colombia, vale la pena considerar como varió la participación de estas elecciones en relación a las elecciones de 2011 para encontrar continuidades y atipicidades en el comportamiento electoral de los colombianos. Por otra parte, buscamos explorar los posibles efectos que las resoluciones sobre anulación de cédulas del CNE produjo en la participación este año (anulaciones que habíamos estudiado en una nota previa).

En estas elecciones 648 municipios aumentaron su participación y 453 la disminuyeron, con un resultado nacional de 59,3% a nivel nacional, 2 puntos por encima de hace cuatro años. Este comportamiento es claramente diferenciable territorialmente. Mientras que en el nororiente y suroriente del país predomina el aumento en la participación [escala de rojos en el mapa], en el centro y suroccidente de Colombia la tendencia fue a la baja [escala de azules].

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Lo primero que podemos observar es un marcado aumento de la participación en la parte nororiental del país, en un sector  que va desde Norte de Santander hasta Bolívar pasando por los departamentos de Cesar, Atlántico y Magdalena.  En estos departamentos la participación en la mayoría de los municipios aumentó por encima de los dos puntos porcentuales del nivel nacional. Esta es una zona que tradicionalmente ha presentado niveles altos de participación en la elección de autoridades locales, por lo que podríamos considerar que las resoluciones del CNE no afectaron la tendencia positiva de participación.

Esta zona de aumento en la participación llega hasta el norte del departamento de Antioquia en donde la participación empieza a caer en varios municipios de ese departamento, principalmente al suroeste del mismo donde municipios y ciudades como la propia Medellín muestran un descenso en su participación.  Cundinamarca, el suroeste de Santander, Tolima, Huila, Casanare, Cauca y Nariño son los departamentos con mayor cantidad de municipios con resultados inversos a la tendencia nacional, con baja de la participación. En Cundinamarca 74 de los 116 municipios del departamento registraron un descenso, nueve de ellos por debajo de los 5 puntos porcentuales. En muchos de esos municipios, el CNE había anulado una gran cantidad de cédulas por considerarlas trashumantes.

En el Tolima el CNE emitió resoluciones que redujeron mucho el censo en varios municipios del norte del departamento en particular, muchos de ellos redujeron su participación. En el Valle del Cauca de los 42 municipios del departamento la participación descendió en 25 con respecto al 2011, en municipios como Cartago la participación descendió por debajo de los cinco puntos porcentuales. En este mismo departamento la ciudad de Cali aumentó su participación en más de dos puntos porcentuales, el efecto de la competencia entre los candidatos de partidos tradicionales como Roberto Ortiz y de reconocidos políticos del departamento como Angelino Garzón con candidaturas alternativas como la de Maurice Armitage pudo haber incentivado la asistencia a las urnas.

En el departamento de Casanare muy afectado también por las resoluciones de trashumancia, la participación descendió, lo cual es notable para un departamento que se caracteriza por tener una participación alta en las elecciones locales [la abstención en Colombia: lo que se pretende prohibir, OPE] aunque su promedio sigue siendo alto con respecto al promedio nacional de participación que para este año fue de 59,32%.

Sin embargo, en muchos otros departamentos, la anulación masiva de inscripciones se tradujeron por un aumento de la participación más que una baja, en particular en la costa Caribe.

La correlación entre la diferencia de participación entre 2011 y 2015 y el porcentaje de cédulas anuladas en 2015 calculada a nivel municipal es de apenas 0.08 lo que hace muy difícil establecer una correspondencia directa entre la variación de la participación y las resoluciones. De hecho podemos ver dos ejemplos en los que estas dos variables se comportan de manera totalmente distinta: el municipio de Mutata, en Antioquia, tenía un 14% de cédulas inscritas anuladas y su porcentaje de participación aumentó en 6 puntos; por otro lado,  en el municipio de Piamonte, Cauca, se anularon poco  más del 19% de las cedulas inscritas y la participación se redujo en apenas un 0.05%

En realidad, las anulaciones de cédulas no parecen haber tenido efecto alguno sobre la participación, que obedece en buena medida a fenómenos regionales. El comportamiento de las ciudades es también llamativo en estas elecciones, los casos de Bucaramanga, Cali y Bogotá son ilustrativos porque las candidaturas alternativas y movimientos por firmas ganaron la alcaldía. En Bucaramanga, en donde incluso se impulsó un movimiento en favor del voto en blanco, la participación aumentó en cuatro puntos porcentuales pasando de 53% a 57%; en Cali aumentó en un dos por ciento, y Bogotá pasó de una participación de 47,4% a 51,5%. Cartagena aumentó también en cuatro puntos su participación pasando de un 48,4% en 2011 a 52,5% en 2015. Incluso en la ciudad de Barranquilla donde el dominio de Alejandro Char era claramente predecible la participación aumentó casi siete puntos porcentuales pasando de 47,4% a 54,3%. En resumen, son principalmente las ciudades que halaron el aumento nacional de participación, cunado tradicionalmente, se movilizaban menos para las elecciones locales.

En síntesis, es difícil encontrar una correspondencia directa entre las resoluciones de nulidad en la inscripción de cédulas y las variaciones en la participación. Esto es bastante sorprendente dado el vínculo que podemos establecer entre la trashumancia y la compra de votos, que es un claro incentivo a la participación. Por la cantidad de inscripciones anuladas que obstaculizo el control de la compra-venta de votos, uno hubiera esperado un descenso marcado del voto en muchos lugares. Sin embargo el efecto es complejo. Para analizarlo completamente, deberíamos disponer de la información sobre el flujo de inscripciones y anulaciones y no solamente el stock, en particular, saber de dónde venían las cédulas anuladas en cada municipio. De hecho, una hipótesis podría ser que las ciudades tuvieron un aumento de la participación porque eran tradicionalmente “expulsoras” de trashumantes. Esto implicaría que las anulaciones de inscripciones en los pueblos redirigieron las redes clientelistas sobre las ciudades, es decir, no las desmovilizaron sino que las desplazaron. Esta hipótesis es muy preocupante dada la interpretación de las autoridades electorales según la cual no existe trashumancia en el ámbito urbano, y nos pone frente al desafío de repensar el tema.

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