Dada la dificultad a anticipar el voto de los partidos en el Congreso con encuestas en un sistema de listas con voto preferente, no tenemos mejor opción que extrapolar el posible resultado con base en los resultados de 2014, asumiendo que los congresistas candidatos a la reelección mantendrán el número de sus votos, o haciendo la hipótesis que las diferencias que aparecerán se compensarán entre candidatos de una misma lista. De hecho, en un sistema de representación política tan personalizado como el colombiano, se suele asumir, abusivamente, que los congresistas son “dueños” de sus votos; es decir que son capaces de movilizarlos una y otra vez a través del tiempo, manteniéndose así en sus puestos por largos periodos.
En realidad, hasta el voto de los caciques más longevos puede registrar grandes variaciones, por lo cual el ejercicio que proponemos a continuación tiene limitaciones claras. No obstante, en ausencia de un mejor método, permite aproximarnos a lo que nos espera en las elecciones de marzo al Senado. Definimos el voto anticipable de los partidos en 2018 exclusivamente sobre la base de los resultados de 2014 y postulando que cada congresista puede esperar un número de voto igual al de cuatro años antes. De este modo, calculamos que un partido puede aspirar a reproducir los resultados de 2014 al Senado, restándole los votos de los senadores que no postularán a reelección, y sumándole los votos de los representantes que aspiran a saltar a la cámara alta.
Esto supone otro postulado: si un político puede aspirar a conservar su caudal de hace cuatro años, el endoso de sus votos a otro político no es una operación tan fácil. Por tanto, no tomamos en cuenta en el calculo los votos de un aspirante nuevo apoyado por un congresista saliente. No obstante, son muchos los políticos que tienen la ambición de “heredar la curul” a alguien, a veces a un familiar, y mencionaremos algunos casos sobresalientes en el análisis.
Como lo indica el primer gráfico, es en los grandes partidos que se esperan más movimientos, pero en términos relativos, es la Alianza Verde que pierde más de sus votos de 2014 (un 30%), con la salida de sus tres senadores más votados, Claudia López, Antonio Navarro y Jorge Ivan Ospina. Angélica Lozano tratará de heredar los votos de la primera, y la lista contará también con el refuerzo de Antanas Mockus como cabeza de lista y de los fajardistas, pero estos últimos no tienen buenos antecedentes en las elecciones legislativas. En últimas, el arrastre de la candidatura presidencial de Fajardo es el que determinará si la Alianza Verde logra mantener su caudal.
Siguen Opción Ciudadana y el Partido Conservador que perderán un 27% de sus votos de 2014 con la salida entre otras, de sus senadores más votados respectivos, Mauricio Aguilar, y Roberto Gerlein respectivamente. Sin embargo, los casos son bien distintos. Los azules pueden contar con una generación de relevo con varios representantes fuertes aspirando a saltar al Senado como David Barguil, o Aida Merlano (la fórmula de Gerlein en 2014). Opción Ciudadana en cambio no tiene cómo reemplazar los votos de Mauricio Aguilar y Teresita García, que tratarán de heredarlos a su hermano Richard y su hija Juliana Escalante respectivamente, pero se presentarán por Cambio Radical. De este modo, la sobrevivencia de Opción Ciudadana está en juego en estas elecciones.
A su vez, el partido de la U está amenazado por la salida de varios congresistas, en particular sus grandes caciques del departamento de Córdoba, Bernardo Elias y Musa Besaile, que tuvieron que dejar sus curules por el caso Odebrecht, y 5 senadores más. La U cuenta con el salto de ocho de sus representantes al Senado para retener estos votos, siendo Eduardo José Tous, ex fórmula de Bernardo Elías, el que tenía más votos en 2014, pero esto difícilmente compensa las salidas.
Al Partido Liberal también le será difícil compensar la salida de Horacio Serpa, Álvaro Ashton, Juan Manuel Galán, y Viviane Morales entre otros, aun si como en el caso de los conservadores, cuenta con un buen vivero de 7 representantes que intentarán el salto al Senado, entre ellos, la cabeza de lista Mauricio Gómez.
Cambio Radical aparece como el más favorecido por los movimientos. Si bien pierde a Carlos Fernando Galán y Juan Carlos Restrepo, puede contar con el salto a Senado de 5 representantes, entre los cuales Rodrigo Lara de quien no contamos los votos acá porque se presentó en lista cerrada en Bogotá en 2014. A eso, habrá que sumar la llegada de votos de familiares o herederos de políticos que se bajan de otros partidos, como lo mencionamos antes, en particular de Opción Ciudadana (Richard Aguilar y Juliana Escalante), el partido Conservador (Carlos Gómez Espitia), el partido Liberal (Ana María Castañeda) e incluso Centro Democrático con la llegada de los cristianos de Claudia Rodríguez de Castellanos. Con todo esto y el empuje de la candidatura presidencial de Vargas Lleras, Cambio aspira a alzarse al nivel de los grandes jugadores del sistema partidario del país.
Quedan Centro Democrático y el Polo Democrático, que no deberían registrar mayores cambios debidos a la composición de sus listas, en particular porque ambos dependen muchos de sus cabezas de listas Álvaro Uribe y Jorge Enrique Robledo respectivamente, ambos candidatos a la reelección. En el caso de Centro Democrático, el ejercicio es de todos modos imposible dado que la lista de 2014 era cerrada, de hecho, la gran pregunta de 2018 consiste en saber qué consecuencias electorales tendrá la lista abierta. La salida de los cristianos de la Misión Carisma Internacional deja el partido aun más dependiente de Uribe, aunque el paso de 5 representantes al Senado (Maria Fernanda Cabal, Ciro Ramírez y Pierre García en particular) buscará compensarla. Para el Polo, la jugada consistirá a mantener el alto caudal de Robledo, lo que podría ser difícil por la competencia de la “lista de la decencia” de los aliados de Gustavo Petro. Ahí también será fundamental el empuje de los Fajardistas.
En conclusión, dos grandes cambios son probables: la caída del partido de la U que podría perder su estatus de partido más votado a la cámara alta (aunque conviene no exagerar: los que están pronosticando su desaparición en estas elecciones pasan por alto la permanencia de muchos de sus caciques), y el auge de Cambio Radical que pasará a competir con los grandes: la U, el Centro Democrático y los dos tradicionales, subiendo mucho más de lo que podemos anticipar en nuestro segundo gráfico gracias al aporte de votos que le llegarán de otros partidos.